Me dice una amiga (que no es del D.F.) sorprendida: Aquí en México (refiriéndose al D.F.) te venden hasta lo que no.
Íbamos en el metro.
VOZ EN EL FONDO: Llévese un paquete de chicles "Triden" 5 pEEEEEEEEEEsossssssss.
Amiga: Ahhhh deja compro unos chicles.
5 minutos después: Llévese el disco de colección, son las imágenes de la exposición de "Gregory Colber". Llévese el disco de Nieve y cenizas. 10 pEEEEEEEEEEEEsosssss.
En este punto estabamos sorprendidos (hasta yo me sorprendí)
Horas más tarde en Xochimilco...
Llévese su bonsai.
Micheladas! llévese su michelada 25 pEEEEEEsosss.
Ok ok, hasta cierto punto es de esperarse tener un recorrido plagado de vendedores ambulantes acuáticos.
Cabe hacer una pausa para decir que Xochimilco no es lo que me esperaba. No tiene nada chido, está muy sucio y caro y no hay nada que ver que sea interesante o bonito. Lo más chido fueron los relatos del trajinero (o como se llame) según él, hay quien renta la trajinera para llevar a su novia en un paseo romántico con veladoras, cenita y cortinas. Show incluído para el trajinero.
Horas más tarde en Coyoácan...
Nos sentamos a descansar y a meditar sobre la venta ambulante en el D.F. cuando nos van ofreciendo:
Paletas (para su novia, amigo. No soy tu amigo, pendejo.), pulseras y hasta banquitos de madera.
Y en eso estabamos, cuando:
Vemos un letrero enorme arriba de una cafetería, que entre otras cosas vendía:
FRAPPECHINOS.
Plop!
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